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ISSN 1989-4163

NUMERO 41 - MARZO 2013

Coquetería Femenina

Carmelo Arribas

El ver la estela funeraria de ¿Annia? ¿Antonia? Buturra hija de Viriato, del s. II,  me provocó una oleada de sentimientos, sin poder contener una espontánea sonrisa.  Porque  aquel trozo de piedra labrado por un artesano de tercera fila  mostraba toda una historia, llena de ternura de un padre hacia su hija, muerta a los treinta años,  en la que quedaba reflejada su coquetería, que él quería recordar. Por una parte la iconografía de la lápida, desborda cariño paterno filial, pues  la torpeza de su ejecución nos lleva a la realización de la misma por un artesano popular, lo que indica que la capacidad adquisitiva y el nivel social del encargante no debía de ser muy alto,  y  no se  podía permitir el dinero que le cobraría un buen artista para hacerla, y hasta es posible que esta misma, le costara un sacrificio económico. Pero lo que me esbozó la sonrisa y que muestra la coquetería, en vida, de la difunta, es que está sentada, una posición muy apropiada para el arreglo personal y festoneada por todas partes de peines y peinetas, mientras, en la parte inferior,  flanquean la figura dos objetos, que aunque de torpe realización pueden identificarse como espejos. Lo que nos lleva  a la conclusión de que la difunta, era una mujer  muy preocupada por su aspecto exterior.

El resto de la lápida está cargada de simbolismos. Por una parte,  la representación báquica de la inmortalidad, representada por los sarmientos con racimos de uvas y los pámpanos de las hojas, que sería repetido en la iconografía de las columnas visigodas, quizás con otra significación, la Trinitaria, pero conservando el sentido de eternidad. No es sólo esta iconografía lo que nos demuestra el deseo paterno  de  permanencia de su hija en la vida o en el recuerdo. La presencia de un toro bajo su figura aporta un sentido todavía más profundo a la lápida. Podría pensarse en que la constelación de  Taurus, que domina entre el 21 de abril al 21 de mayo, podía indicarnos la  posible fecha de su muerte. Pero sin duda esta simbología está más relacionada con el amor. En  este período de tiempo es cuando el dios  toro se une a Venus. ¿Símbolo mitráico, por el que, con el sacrifico del toro a principios de año se simbolizaba una nueva vida? También puede ser. Pero el toro se ha considerado como símbolo de protección,  y este sentido de protección puede encontrarse en el hecho de que las Pléyades, se encuentran sobre su lomo, defendidas, y   puestas por Zeus, padre de los dioses, bajo su protección. Hay pues tras esta imagen una historia de protección paterna y una simbología de la belleza y la fecundidad, que eran  los atributos más preciados en una mujer. Belleza que ella cuidaría con los objetos que se representan,  como los peines y los espejos. Curiosamente el artista no representó una cabellera, y si el pelo lo tenía recogido, una muestra de decoro y coquetería, el transcurso del tiempo lo ha desgastado. Falta un detalle, que pudo olvidarse,  aunque yo, mas bien, me inclino a que esta ausencia pudo ser deseada y una muestra más de la negación del padre a perder a su hija, entregándola a la tierra.  Porque aunque no falta la advocación a los D.M. (Diis manibus), los dioses familiares, los espíritus de los antepasados a los que encomienda a su querida hija. Ni el H.S. (hic sit) “aquí está”. Pero hecho a faltar el remate habitual de las estelas, S.T.T.L ( Sit tibi terra levis) “Séate la tierra ligera” Que me trae a la memoria la leyenda, en la que un poeta tras muerte de una bailarina gaditana, las “puellae gaditanae” de cuya sensualidad en el baile se hicieron eco gran cantidad de escritores latinos, especialmente el hispano poeta,  nacido en Calatayud, Marcial .Según esta leyenda; Dícese que tras la muerte de una de estas bailarinas, un poeta enamorado de su arte o de ella misma, escribió en la lápida el siguiente epitafio: Ya que tú fuiste ligera sobre la tierra, que la tierra sea ligera sobre ti. Y este deseo permaneció en la lapidaria habitual, como lo es el nuestro; Descanse en Paz.
Sobre estas bailarinas, el poeta Marcial, nos  cuenta que en la comitiva, en el 74 a.C,  de la entrada triunfal de Cecilio Metelo en Roma, tras su triunfo en Hispania contra Sertorio, se encontraban unas muchachas, procedentes de la actual Andalucía,  que entusiasmaban, a los que las miraban, por  la sensualidad de “sus traviesos y juguetones pies” cuyas danzas acompañaban con unas  “crusmata baetica”,  unas castañuelas de metal que se tocaban en la Bética, y cuyas danzas acompañaban con canciones de amor. Juvenal, (s.I) dice,  que en sus bailes iban descendiendo hacia el suelo hasta tocarlo, lo que era muy aplaudido por la plebe.

El mismo Marcial, (S.I) cuya vida, tras morir su protector, el hispano Séneca, le hizo,  por la escasez de sus recursos económicos, formar parte de la bohemia romana. Describe así  a una de estas bailarinas gaditanas.
“Experta en adoptar posturas lascivas al son de las castañuelas béticas y en danzar, según los ritmos de Gades, capaz de devolver el vigor a los miembros del viejo Pelias, y de abrasar al marido de Hécuba junto a la mismísima pira funeraria de Héctor. Teletusa consume y tortura a su antiguo dueño. La vendió como sirvienta y ahora la ha comprado para concubina.”

Hay quien afirma que la coquetería y el gusto por el atuendo,  está en lo más profundo del ánimo femenino y  ven gestos de esta en las pinturas prehistóricas de Cogull y de otros abrigos rupestres,  y hasta piensan que Eva se alegró de salir de Paraíso donde no tenía “nada que ponerse”, y que tuvo nada menos que de primer modisto de la historia al mismísimo Dios, según nos dice la Bíblia (Gen.3, 20) “ Hízoles Yavé Dios al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió”. Supongo que el Adán no diría nada, porque los hombres se ponen cualquier cosa, lo que no dice la Bíblia, es si Eva le puso alguna pega al modelito,  o el vestidito le pareció “divino de la muerte”. Quizás lo que echó de menos fue la existencia de otras mujeres para que se murieran de envidia viendo lo bien que le quedaba y el tipazo que tenía. O quizás sí, porque los judíos dicen que Adán tuvo una ex, que se llamó Lilith y si fue así, seguro que la buscó para enseñarselo.

Lilith

Estella de Buturra

 

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